
El productor, rapero y empresario Sean “Diddy” Combs fue sentenciado a cuatro años y dos meses de prisión tras ser hallado culpable de transportar personas con fines de prostitución, según dictó un tribunal federal en Nueva York. La noticia sacude a la industria del entretenimiento, marcando uno de los capítulos más polémicos en la carrera del ícono del hip-hop.
Durante el juicio, fiscales y testigos describieron una doble vida detrás de los reflectores: fiestas privadas, coerción emocional y abuso de poder. El juez Arun Subramanian señaló que, aunque Combs había intentado proyectar su imagen de filántropo y empresario ejemplar, “ningún éxito puede borrar el daño causado”.
El artista, de 55 años, deberá además pagar una multa de 500.000 dólares y cumplir cinco años adicionales de libertad supervisada tras su salida de prisión. En la audiencia, Diddy se mostró visiblemente afectado y declaró que “odiaba la persona en la que se había convertido”, pidiendo perdón a las víctimas y a su familia. El caso provocó una ola de reacciones en la industria musical. Algunos colegas expresaron tristeza por la caída del rapero, mientras que grupos de defensa de víctimas de violencia sexual celebraron la sentencia como un precedente importante.
Combs, quien amasó una fortuna estimada en más de 800 millones de dólares gracias a su sello Bad Boy Records, su marca de moda Sean John y su participación en Ciroc Vodka, enfrenta ahora el desafío más grande de su vida: recuperar la confianza del público y, quizás, reconstruir su legado.
El mensaje del tribunal fue contundente: el poder y la fama no garantizan impunidad. Y esta vez, el “Bad Boy” más famoso del rap deberá enfrentarse a su propio reflejo, lejos del lujo y los escenarios.